Pórtico: Terrenal

Tras la enorme expectativa que provocó su triunfo hace un año, y la gran ola de rumores sobre los nombramientos al iniciar la administración, Cecilia González tuvo que ir a contratiempo en los primeros meses del gobierno de Tepatitlán.

Que si fulano es bueno; que si los primos son esto; que si los oportunistas, que si los de siempre, que si los yunques, que si los mismos, que ya corra a los panistas, que no deje a los priístas…

Los primeros meses de la administración se dejó sentir un ambiente muy extraño en torno a la alcaldesa de Tepatitlán, su primer círculo de colaboradores intentó crearle un ambiente tan acojinado que pareciera de ensueño… vinieron las quejas, las denuncias, los reclamos: “-Cecilia está distante del pueblo…”, decían muchas voces.

Al pasar los meses, la presidenta se dio cuenta que, esas voces que le susurraban en el Palacio municipal no eran el pueblo y corría el riesgo de caer en el juego de crear un sólido equipo, pero muy pequeño.
Entonces las voces cambiaron, o mejor dicho, el oído de la alcaldesa optó por abrirse y atender a otras voces.

Las oposiciones siguen. Las críticas van a continuar, pero la actitud es ahora diferente.

Quiero suponer que la experiencia (el colmillo) de su esposo ha servido ahora en ese cambio de estrategia.
Parecía que Alfonso, el político de carrera, el que fue líder del PRI, el que compitió electoralmente, el diputado suplente, el publirrelacionista, estaba distante o ausente de la estrategia política de su esposa.
Así pareció al principio, no tenemos elementos para saberlo. Simple percepción.

Pero luego –y de repente- las cosas cambiaron. Cecilia salió a las colonias, salió a los barrios, llegó más temprano a las citas, salió más a los medios. Dejó la “juntitis” y las citas con los “grandes políticos” y se dedicó a atender a los ciudadanos de a pie, a los que votaron por ella, a los que no le dieron su voto pero que esperan agua, alumbrado público, patrullas, transporte, empleo, educación, deporte.

¿La mano de Alfonso?

En las semanas más recientes hemos visto una estrategia diferente. Suponemos que Cecilia entendió (a tiempo, creo yo) que no puede haber una alcaldesa de grandes vuelos y ciudadanos de pocas oportunidades.

Pareciera que bajó del escenario en que la montaron algunos asesores (as) y siguió la lógica de la política básica: servicio y atención al ciudadano.

No sabemos cómo le vaya a ir a Cecilia en la encuestas de opinión de su primer año. No sabemos si va a lograr atraer el dinero del gobernador (ya le dijo que no hay). Desconocemos si los diputados se convencerán que están en deuda con Tepa (no con Cecilia) y entonces retornar una parte de esos grandes presupuestos que aporta el municipio en impuestos vía sus sectores productivos.

No me atrevo ahora a jugar con las especulaciones del futuro político. Falta tiempo y falta espacio. Pero como ciudadano simple y mortal, percibo una alcaldesa más humana, más terrenal, más atenta a su pueblo.
Eso que se le reclamó hace unas semanas, ahora lo reconocemos en su actitud.

Y si sigue así, Cecilia ganará más simpatías, tendrá más respaldo social, habrá más sectores que estén con ella. ¿Qué más puede un político pedir que la compañía de su pueblo?

Cuando los políticos entienden que gobiernan a terrestres, entonces se ven obligados a poner los pies en la tierra. Y cuando los políticos son terrenales entonces pueden entender mejor a sus gobernados, puede darse una mejor comunicación entre las partes.

De eso se trata, ¿o no?, entonces las voces que pedían más atención de la alcaldesa ahora podrán estar satisfechas.