El milagro que consiguió una niña

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com


Teresa tenía 8 años cuando oyó a sus padres que hablaban de su hermanito Andrés. Todo lo que supo era que hermanito estaba muy enfermo y que no tenían dinero para la operación. Teresa oyó decir a su padre: “Sólo un milagro puede salvar a Andrés”.

Teresa fue a su habitación y contó cuidadosamente las monedas que había ahorrado. Se fue a la farmacia y le dijo al farmacéutico: “Mi hermano está muy enfermo y quiero comprar un milagro. ¿Cuánto cuesta un milagro?. “Lo siento pero aquí no vendemos milagros. No puedo ayudarte”, le contestó. El hermano del farmacéutico que estaba allí en aquél momento se agachó y le preguntó a la niña: ¿Qué clase de milagros necesita tu hermanito?. No lo sé. Mi madre dice que necesita una operación y quiero pagarla con mi dinero. “¿Cuánto dinero tienes?, le preguntó, tengo un dólar y cinco centavos. Estupendo, qué coincidencia, sonrió el hombre, eso es exactamente lo que cuesta un milagro para los hermanitos. Cogió el dinero de la niña y le dijo: “Llévame a tu casa. Veamos si tengo la clase de milagros que necesitas”. Ese hombre, el hermano del farmacéutico era el Doctor Carlton Armstrong, un cirujano. Y operó al niño gratis”.

“Esa operación, susurraba la madre, ha sido un verdadero milagro” Teresa sonreía, ella sí sabía que lo que había costado, un dólar y cinco centavos más la fe de una niña. Un milagro es siempre un acto de amor, de fe y generosidad. Para multiplicar el pan, Jesús comenzó por multiplicar el corazón de aquél muchacho que había viajado con su alimento en la mochila. El sacramento del compartir. Abrir el corazón es la primera conversión. El compartir debería ser “el octavo sacramento cristiano” Compartir es un signo de la fe verdadera, un signo para la fe.

Esta historia nos llena a todos de satisfacción y admiración al conocer por un lado la inocencia y la confianza de una niña, por eso Jesucristo nos insiste que nos hagamos como los niños para poder entrar en el Reino de los Cielos.

Pero por otra parte que gran ejemplo de caridad nos da ese médico que realizó la operación de Andrés por la mínima cantidad de un dólar y cinco centavos (gratis).
Hoy en día pagar una operación requiere tener suficiente dinero, al otro día un pobre campesino tuvo que vender todas las vacas que tenía para poder operarse.

Ojalá que siga habiendo médicos caritativos al igual que licenciados y comerciantes.

Yo también me incluyo pidiendo a Dios que a los sacerdotes y a todas las personas nos dé un corazón muy generoso para ayudar a los que menos tienen.

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