¡Momias!


Las rondas infantiles no combinan con los tacones …

Uno de mis juegos preferidos, allá cuando no me salía bigote, era sin duda jugar a los “encantados” en mi barrio de Francisco I. Madero y Lerdo de Tejada.

Me encataba jugar a las “Momias”, sobre todo porque combinaban esas extrañas destrezas de correr, detenerse, la persecución y el esquivo.



Me gustaba pasar las horas jugando, hasta que Doña Celia, doña Toña o la mamá de algún otro mocoso nos metiera a casa porque ya rayaban las diez de la noche.

De aquellos juegos recuerdo la fuerza de voluntad que debíamos tener para no movernos, una vez que el verdugo, o sea, quien traía el poder, nos tocaba. El que se moviera, tras el toque con la mano o de cualquier otra extremidad y el consabido grito de “!Momia!”, perdía, punto. No había discusión… a menos que algún vivaz buscara no respetar las reglas del juego, entonces ya no lo invitaríamos a seguir jugando con nosotros.

Esta semana, tras la reunión a la que fueron los funcionarios de primer nivel convocados por la alcaldesa Cecilia González, me hicieron recordar aquellas rondas infantiles.
Con otras palabras la alcaldesa les puso a jugar a sus subordinados a las Momias. Les dijo, con otras palabras: “¡Momias!, el que se mueva pierde; el que no acate mi orden, pierde; el que busque ser candidato sin mi bendición, pierde”.

Y la gran mayoría, como en aquellos años de mi infancia, acataron la sentencia; sin chistar.

Fue una orden, no una invitación; por ello, ni para dar entrevistas a los reporteros pueden ya tomar decisiones. Deben antes consultar el teléfono rojo para pedir permiso, así como en la infancia le gritábamos a Mamá que nos diera unos minutos más para seguir jugando: “Puedo?, ¿Me das permiso?, ¿No te enojas?”

Hubo quien, tras la orden, la cumplió y punto. No chistó; (no vaya ser que le quiten la chamba y la quincena).

Hubo otros que, sumados al proyecto de la alcaldesa, admitieron la regla con respeto y la hicieron suya.

Otros hubo que nomás oyeron, aceptaron la indicación pero no están de acuerdo en acatarla tal cual, pues saben que, antes de ser empleados de una alcaldesa son ciudadanos íntegros, competentes y, sobre todo, que no viven del presupuesto.

A casi dos años de la administración de la Confianza priísta, muchos, por no decir que la gran mayoría de empleados, jefes, coordinadores y uno que otro director, tienen miedo de caer de la gracia de la alcaldesa o del presidente del PRI; pues eso significaría que están a punto de perder la chamba. A estas alturas de la administración, ni los de confianza ni los de base se saben empleados para terminar la quincena, es un fantasma que ronda la mente de todo empleado municipal, de cualquier nivel.

Por ello, la consigna de “!Momias!”, lanzada esta semana a los colaboradores para que no se muevan en sus legítimas aspiraciones políticas que pudieran, constitucionalmente tener, me hizo recordar aquellas andanzas infantiles de hace ya muchos años.

Al saber de esta reunión, me hicieron la semana, por la nostálgica alegría.

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