Seguridad


Ha aumentado la seguridad o mejor dicho, se percibe una mayor inseguridad en Tepa, eso es lo que dicen, que porque el otro día aparecieron en La Chona dos personas originarias de Tepa, ya muertas, que porque a otro lo sacaron de su casa antes de Navidad y apareció sin vida en enero en Guadalajara, que porque hay más robos y asaltos, que porque el alcalde ya tiene a sus guaruras detrás de él y a todas horas.
Y a nivel nacional, la violencia y los ejecutados no disminuyeron con la llegada del nuevo presidente; la tendencia se mantiene igual y en una de esas hasta podría aumentar…
Sin embargo, no todo el país corre peligro, ni siquiera la mayoría. Por pura probabilidad, un conductor de autobuses foráneos tiene mucho más riesgo de morir en un accidente carretero que alguien que rara vez conduce un auto de una ciudad a otra; así también el piloto de una aerolínea que vuela miles de kilómetros dos o tres veces a la semana que un pobre mortal que si tiene suerte, viajará dos o tres veces en avión en toda su vida.
Entonces, un policía, un soldado o una autoridad tiene más riesgo de ser atacado por un sicario del crimen organizado que el resto de la población y no necesariamente por estar coludido con alguna organización delictiva, sino porque este tipo de personajes son el primer blanco de los matones al servicio de los capos.
Y si fueron por una persona hasta a su casa, la esperaron durante varias horas y cuando al fin la encontraron, se la llevaron con lujo de violencia, ¿qué tan inocente será? ¿Debemos temer por nuestras vidas todos los que hacemos nuestra vida diaria sin meternos con los criminales?
Es imposible poner un policía, un soldado o un marino por cada ciudadano o cada familia de este país, para que lo ande cuidando por todos lados.
Vaya, ni siquiera es posible poner vigilancia personal por cada autoridad o funcionario de alto o medio pelo; ahí está el caso del hijo de Moreira.
Y aquellos que no son autoridades ni policías pero que sientan que deben ser escoltados a todos lados, pues si tienen dinero, que se paguen la seguridad y si no, pues andarán con la zozobra a todos lados.
El problema en general no se trata de combatir la violencia y a los que la generan, sino prevenir desde lo más profundo, lo que nunca entendió Felipe Calderón y que el nuevo presidente quién sabe si lo vaya a captar a tiempo.
Es evitar que los niños y jóvenes prueben la droga y legalizar el consumo de las mismas, tal como el cigarro o el alcohol. Si prueban estas sustancias a una edad más avanzada, decidirán mejor si agarran el vicio o no y el que quiera, tendrá que pagárselo y ya.
No hay que escandalizarse si se aprueba el consumo de drogas. Causan más daño la comida chatarra, el cigarro y el alcohol y es totalmente legal su venta y distribución. ¿Por qué decir que es algo maligno?, no lo es más que las otras cosas ya mencionadas y desde antes de la llegada de los españoles ya se fumaban esas cosas los indígenas.
En el país son pocas las empresas las que producen y distribuyen nuestros venenos cotidianos, en cerveza: Modelo y Cuauhtémoc, en cigarro: Philips Morris y La Moderna, en refresco: Coca Cola y Pepsi y en frituras: Sabritas y Barcel.
Lo mismo podría hacerse con la droga, llegar a los anaqueles de las tiendas de abarrotes o del súper y escoger entre dos o tres marcas de mota, pagar por ellas e irse tranquilamente a la casa o a algún lugar con los amigos a fumársela.
Los de la Coca no te amenazan y menos te matarán si un día decides tomar Pepsi, porque son empresas constituidas legalmente y por eso mismo buscarán tu preferencia compitiendo reglamentariamente entre ellas e innovando.
Y tampoco habría problema por los altos precios, pues el proceso para fabricar enervantes es relativamente sencillo y al ahorrar en costos como el de cuernos de chivo, sueldos de sicarios, camionetas de lujo con blindaje, sobornos a autoridades y todas esas cosas, bajarían un montón los precios.
Habrá, eso sí, muchos adictos, muchos enfermos, muchos desesperados por la droga, pero no más que los que hay ahora y tampoco más que los que produce el alcohol y el cigarro.

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