Tepa 13




No, no es el año de Tepa. Tampoco es el lema de la próxima feriabril.
Tepa 13 es sinónimo de miedo, de pleitos, de inseguridad, de pandillismo, para quienes vivimos en esta ciudad a principios de los años ochentas.
En los bajos ochenta, Tepa luchaba por convertirse en ciudad media. Algo olía a descompuesto, a podrido, entre la sociedad. El “pochismo”, el vínculo de los jóvenes con las pandillas estadounidenses y sus experiencias en aquellas tierras se replicaban acá.
Hubo barrios intransitables. Calles por las que cruzar a las 8, 9 o 10 de la noche, era imposible, impensable. Había barrios convertidos en tierra de nadie, clasificados por los primeros grafitis característicos del pandillismo.
En esos tiempos, la alternancia política llegó a Tepatitlán.
Por aquellas fechas se combatió la inseguridad con obras de infraestructura: pavimentos, alumbrado público, escuelas, deportes, concursos.
Pero también debió aplicarse una férrea estrategia policíaca para contener, controlar y erradicar el pandillismo, que era el coco de la población.
Hoy, a unos treinta y cinco años de aquellas épocas turbulentas para la ciudad de Tepatitlán, algo parece volver a escribirse. La historia parece volver a repetirse.
Este es el año 2013.
Este es el pueblo de Tepa.
Este es pues Tepa 13, con algunos síntomas parecidos a aquella década: inseguridad, pánico por los altos actos vandálicos en vías públicas y en propiedad privada.
Hoy también es necesario volver a invertir en infraestructura.
Urge alertar los oídos ante los airados reclamos sociales de ser escuchados, de ser atendidos. Que se ponga atención a los jóvenes, a los adolescentes, para que no sean reclutados por la delincuencia organizada, por la decidia organizada, por la burocracia organizada. Urge atender a la sociedad desorganizada, aislada por miedo, por falta de oportunidades laborales, por la escaza economía.
Aquél Tepa 13 nos inyectaba miedo, con sólo saber que ya venían por alguna calle los Chavos Tepa 13.
Ahora, los vecinos de la ciudad, estamos temerosos de saber que “ahí vienen los 13”, los actos vandálicos, los robos a casa habitación, los levantones, los secuestros, las balaceras, las pandillas, los barrios “calientes”, las casas de seguridad,
La última palabra no la tiene la policía, ni el alcalde, ni el partido en el poder.
La última palabra la tiene la sociedad; es decir, los trabajadores, las amas de casa, los medios de comunicación, los sacerdotes, los líderes políticos, los empresarios, los funcionarios, los profesores. Todos los que aquí vivimos tenemos la solución, todos juntos, porque cada quien por su lado, solo permite que resurjan grupos de temor, de miedo, épocas que creíamos superadas como aquellas del Tepa 13.

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