Por Oscar Maldonado Villalpando
No bien habían terminado de dar la
primera de misa en la esbelta torre del templo de El Inmaculado Corazón de
María cuando diligentemente, Monseñor estaba ya junto al coro dirigiendo
sentidamente un ensayo previo de los cantos, marcando con su mano el compás de
las alabanzas. Su sacerdocio y episcopado han sido una hermosa
melodía de fe y trascendencia. El coro es de la propia familia, los forman
sobrinos y sobrinos nietos con extraordinarias cualidades musicales.
La misa por los 80 años de vida de
Monseñor se propuso a las doce del día del martes 4 de febrero de 2014. Porque
este fue el día maravilloso de su llegada a la vida. Fue allá en La Encarnación
de Díaz, el 4 de febrero de de 1934 a las 4 de la mañana. Una misa
de tono familiar pues su casa está muy cerca de este templo, al que acuden sus
familiares. Muy complacidamente fue aceptado por el Señor Cura Luis Remigio
Conchas, considerando un honor para la parroquia festejar al Señor Arzobispo,
emérito de Acapulco, don Felipe Aguirre.
Un coro
sacerdotal
La familia de don Inocencio Aguirre y de
doña Teresita Franco, es un orfeón de vocaciones, primero fueron tres
sacerdotes Ascensión, Eustaquio y Felipe, el primero ya fallecido. De la
siguiente generación son tres sobrinos Benjamín, Efraín hijos de Teresa,
hermana del Señor Aguirre y Benjamín hijo de Bernardo, otro de los hermanos.
Sobreviven Eustaquio y Felipe, sacerdotes, Teresa, Bernardo y María de la Paz.
Así que en este hermoso templo se congregaron los familiares y
muchos grandes amigos entre los fieles de tantos lugares donde es muy estimado
Monseñor, además buen número de exalumnos del Seminario de Guadalajara, sobre
todo, de la histórica generación de 1961, que tanto le debe y le agradece a don
Felipe.
Salmo 89
“Enséñame a
calcular mis años para vivir sensatamente”
La primera lectura fue elegida de Isaías
“Me elegiste desde el seno materno” que se refiere a la predilección de Dios al
llamarlo al sacerdocio y con ese salmo que hace referencia a sus 80 años de
vida jubilosos y agradecidos. En este contexto Monseñor mostró por un lado su
madurez y por otro su indeclinable entusiasmo como llamado por Dios a
evangelizar.
En su homilía el Señor Arzobispo también
aludió al aniversario cuadragésimo de su consagración episcopal el 25 de abril
de 1974. El lema de su escudo es “Evangelizar” y por ese tiempo surgió la E. A.
“Evangeli Nuntiandi” así que su vida episcopal se ha desarrollado en esta tarea
constitutiva de la Misión y siempre actual, como hoy en La Nueva
Evangelización. Monseñor hizo un resumen de su itinerario en cuatro etapas,
cuatro décadas de vida episcopal.
Con gran énfasis se refirió a no estar
cansado, ni desalentado sino a seguir cumpliendo con esa tarea vital para la
que el Señor lo eligió desde el seno materno. En el 2010 le fue
aceptada su renuncia como Arzobispo de Acapulco y ya lleva tres años en su
nueva modalidad pero sirviendo siempre a la Iglesia y a los fieles donde se le
ha menester, en este tiempo ha atendido especialmente a las religiosas
“Discípulas del Jesús Buen Pastor”
Contemplamos hoy, como siempre, a un
obispo alegre, optimista, cordial, que nos trasmite esa alegría que nace del
Evangelio según enseñanza del Papa Francisco.
También recordó a
todos sus familiares con inmensa gratitud. Y como un buen cristiano, de una
familia netamente católica, un buen sacerdote y un gran Arzobispo nos dejó el
mensaje auténtico del discípulo y misionero de Jesucristo.
Finalmente, fiel
a la incomparable tradición cultural y literaria del Seminario de Guadalajara y
al cariño a la Santísima Virgen, manifestados en el P. Alfredo R.
Plasencia, Monseñor José Ruiz Medrano, Benjamín Sánchez, nos declamó
el hermoso poema del Señor Obispo Vicente M. Camacho, alumno y maestro en este
ínclito Seminario. :
Mi testamento
Antes de que
llevéis al camposanto
mi pobre cuerpo cuando yo muera,
llevadme por
piedad al templo santo
que oyó de niño mi oración primera.
Ahí donde mora mi
Virgen hechicera
de tez morena y estrellato manto.
Llevadme junto a
Ella, abrid la tapa
de mi negro ataúd y si
un gemido
de mi rígido pecho no se escapa,
ni sonríe mi
labio enterneció
ni brota el llanto por mi rostro yerto,
llevadme ya a
enterrar ¡estoy bien muerto!
De esta forma Monseñor Aguirre es una
señal de la Providencia Divina, es alguien que nos señala la grandeza de la
vida, de la vocación y de la fe.
Terminada la misa, todos los presentes
fueron invitados al salón parroquial para compartir la alegría de la
convivencia y el pan. Monseñor se dio tiempo para saludar a todos, los ex
alumnos se tomaron la foto con el maestro tan querido. Monseñor dio a todos el
regalo del libro de sus homilías. Esta fue una luminosa experiencia llena de
sencillez y cordialidad.
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