El sacerdote, un hombre que disfruta lo que hace



Por Pbro. José Arturo Cruz Gutiérrez

Antes de que te formaras en el vientre de tu madre yo ya te conocía y te había destinado para que dieras frutos y frutos en abundancia. ( Is. 50.1 )

La vocación es un don de Dios, es un regalo de Dios, pero también es una respuesta del hombre. Dios es el que llama y el hombre es el que debe responder. No hay llamado sin respuesta. Y el primer llamado que Dios hace al hombre, es a la vida, a vivir. Es el primer llamado que el hombre recibe. Amar la vida, a respetar y cuidar la vida. Porque mientras tengamos vida, podremos realizar lo que nos propongamos, pero sin vida, ya no podremos realizar absolutamente nada.

Después del llamado a la vida, Dios llama a una misión, a una tarea, a un propósito. Dios tiene un plan para cada uno, El hombre debe saber para qué fue llamado. Cuál es la misión que Dios le confío. Su tarea será descubrir cuál es esa vocación a la que Dios lo llama.

La Iglesia nombra tres estados en la cual el hombre,( y cuando digo hombre, también me estoy refiriendo a la mujer). Puede encontrar  su vocación. Y estos estados son. 1º.- La vida consagrada. 2do. La vida matrimonial y 3º.- A la vida de soltería.

La primera es: la vocación a la vida consagrada. A estar con el que llama el amado. A  vivir consagrado de tiempo completo a anunciarle a través de la palabra. A expulsar todo tipo de demonios  y  a curar a los enfermos. ( Mc.3,13 )  A ingresar  en algún seminario o instituto de vida religiosa. Ahí participara mediante la formación académica, disciplinar, gradual.  Durante el tiempo que la Iglesia norme el tiempo que se vea conveniente. En el instituto de vida consagrada, Ahí es descubrir las normas, línea o reglas que haya dado el fundador de dicha congregación.  La Iglesia católica. Gracias a Dios cuenta con muchos institutos de vida consagrada, de vida religiosa. Tanto de hombre, como de mujeres. Aquí cuenta mucho el carisma, para la cual se vea que Dios me llama y yo sienta que me puedo realizar ejerciendo ese carisma. Se tiene que tener un claro discernimiento vocacional. Para ver  qué es lo que mi corazón anda buscado. Y ahí orientar todo mi ser. Para esto, sería bueno contar con un asesor que me ayudara a descubrir mi vocación.

2do. La vida matrimonial. Este estado es el que siguen la mayoría de los hombres y mujeres. Pero el que muchos no deberían de haber seguido. Ya que para este sacramento, se necesita tener  vocación. Hay muchos que se casan, sin haber hecho un serio descernimiento vocacional. Si son idóneos o candidatos para el sacramento. El hecho de que a uno le guste una mujer o un hombre, no le da a uno la certeza de tener vocación para la vida matrimonial. Se necesitan muchas cosas para saber si uno tiene vocación para el matrimonio o si uno no la tiene. No te aventures a esta misión si no estás seguro de que esa es tu vocación. Investiga bien, pregunta y asesórate bien.


3ra. La vocación a la soltería. Este estado de vida, parece ser el más cómodo, pero no, para nada que sea el más cómodo. También tiene sus exigencias. Y vaya que si son exigentes. Siguen Este estado. Aquellos que no son consagrados y casados. Ellos consideran que su vida puede ser más eficaz, prestando un servicio altruista a favor de una causa importante. Por ejemplo, dedicarse a la atención de los niños, que no tienen padre. Dedicándose a ayudarlos en su educación, alimentación y cuidados. Lo mismo a los ancianos, en un asilo. A los que tienen una cierta discapacidad. Etc. Etc. Lo peor de este estado, sería el quedarse como la caca del gavilán. Que ni apesta ni hiede. Es decir, que por miedo. No irse a un lado o a otro. Si se va a quedar soltero que sea por una causa justa. Que no sea por un cierto individualismo, o egoísmo. Que sea por vocación, por un llamado que Dios le invita a vivir así.

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