¿Cómo dialogar con un hijo adolescente?


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Las cosas principales que suelen pasar a un muchacho de entre 12 y 15 años, son más o menos, las siguientes:

Se vuelven extremadamente sensibles. Cualquier cosa la toman a mal, son suspicaces, se atormentan por cualquier palabra o actitud. Resulta que los hemos herido sin haberlo sospechado. Es inexplicable: están estrenando una nueva personalidad y la tienen en carne viva. Será una error muy grande, burlarse de sus actitudes o ridiculizar.

Irritables, inquietos, descontentos de muchas cosas. Se vuelven rebeldes. Descubren de pronto, que todo el mundo está mal y que todo es un asco. Están contra la orden que se les exige en casa, están contra sus profesores; está mal la sociedad, está incluso mal la sopa que antes les gustaba.

En realidad, lo que está mal es su equilibrio interior. Es por dentro donde se tambalea y esto les hacer ver que todo lo de fuera está al revés.

Lo que tenemos que evitar, antes esas actitudes de irritabilidad es lanzarles respuestas airadas, argumentos que los humillen demostrándoles que no tienen razón. La firmeza y la verdad no ha de estar reñidas con la bondad, la sugerencia. Hay que echarles una mano “como quien no quiere la cosa” de forma que crean que ellos mismo han callado el equilibrio, la estabilidad.

Son torpes e incorrectos. Tropiezan más con los muebles, rompen más cosas, adoptan posturas extravagantes, ponen los pies sobre la mesa, responden inconsiderablemente, faltan a la educación o cortesía más elementales.

Hay ocasiones en las que algo de esto lo hacen incluso adrede, precisamente como reacción ante su sentimiento de inferioridad de sentirse torpes.

Por nuestra parte, hay que evitar las bofetadas físicas o verbales.

Muy tercos. Como hemos dicho, están estrenando personalidad. Entonces, tienen necesidad de oponer su yo al de los demás. Discutirán por discutir, llevarán la contraria sencillamente por llevar la contraria. Sienten un deseo grande de ser originales y las más de las veces no pasarán de ser extravagantes en peinados, vestidos, ideas, actitudes.

Tengamos amabilidad y comprensión, no cedamos donde no se puede ceder, pero hagámoslo sin herir, sin acorralarlos, dando salida honrosa a su sensible dignidad.

Que sepan que estamos de su parte

De manera que, comprensión por encima de la irritación que nos causen, de los fuera d nosotros mismos que nos pongan con sus maneras y su proceder más o menos intempestivo e insoportable.

Interesémonos por sus cosas; por sus nuevos asuntos y problemas.Y que sea con interés amistoso, no con investigación policiaca. Ya habrá en su nuevo proceder algunas cosas que se puedan aprobar y alentar.

Que sepan que estamos de su parte. A esa edad sienten frecuentemente el dolor profundo de no ser comprendidos por sus propios padres. 

Evitémoslo si podemos. En esa edad crítica nuestra compresión será efectiva donde todos los otros métodos hallan fallado. Se resistirá fermente ante todo lo que sea fuerza, pero caerán rendidos ante todo lo que signifique comprensión.

¿Hemos hecho, sinceramente, el esfuerzo de ver las cosas desde el nuevo punto de vista desde el que ahora las ve nuestro hijo?

Papás y mamás: No lo olviden, solamente con amor y paciencia podremos ayudar a nuestros adolescentes.

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