Por Gonzalo “Chalo” de la Torre
Estimado lector, en esta ocasión, tal vez parezca medio fuerte el tema o las expresiones, pero es necesario de vez en cuando hacerlo para mostrar la dimensión de lo que se pretende decir.
En un aeropuerto brasileño se dio el caso de que un usuario entró a los servicios sanitarios para asearse, pero consumiendo aún algún bocadillo frente a los lavabos y el espejo. Sucede que por alguna razón se le atoró el bocadillo y se estaba atragantando, lo cual significaba un grave riesgo de perder la vida. Otro usuario que estaba utilizando el baño para satisfacer sus necesidades fisiológicas, al escuchar los sonidos de angustia, sale intempestivamente a auxiliar a la otra persona, sin percatarse de que llevaba aún los pantaloncillos bajados.
Siguiendo el procedimiento que recomiendan los primeros auxilios para estos casos, lo rodea con sus brazos desde la espalda y oprimiendo el tórax tratando de expulsar el bocadillo que obstruía la respiración para que pudiera recuperar la normalidad y salvar su vida. En estas maniobras, entra otro usuario que el cuadro que ve es a una persona con los pantalones bajados abrazando por detrás a otra y efectuando movimientos que hacen suponer una actitud francamente sexual.
Una buena acción como salvar una vida, puede ser malinterpretada, pues las apariencias así lo indican y tal vez no sea de culpar un mal juicio, pero no es bueno guiarse sólo por las apariencias; es bueno si se desea juzgar adecuadamente, recopilar toda la información posible acerca del caso para emitir un dictamen realmente justo.
Desde mi punto de vista, las dos cosas más fáciles del mundo son: una, equivocarse y otra juzgar erróneamente basándose en las apariencias. Somos muy afectos a juzgar por lo que aparentemente vemos. Recordemos que las apariencias y la vista engañan.
Tengamos presente que los daños causados por un mal juicio, ya sea legal, social o laboral pueden llegar a ser irreversibles y obviamente, injustos y afectan no sólo a la persona involucrada sino a toda su familia y probablemente hasta a sus amistades.
De manera que es recomendable no juzgar sin fundamentos y peor aún sin conceder el derecho a defenderse de quien se sienta acusado o aún más malo, juzgar en ausencia.
Y eso que estamos hablando de que se tenga derecho a juzgar tal situación o persona, porque hay muchas ocasiones en que ni siquiera se tiene derecho a hacerlo y juzgamos sin tener vela en el entierro. Nada más injusto.
De manera que si vas a hacer una buena acción, no debe preocuparte qué piensen los demás y actúa como dice el viejísimo y conocido refrán: haz el bien sin mirar a quién.
Pero si te juzgan mal por las apariencias, no permitas una mala interpretación y aclara oportunamente la realidad para que no tengas luego consecuencias inesperadas y desagradables.
Muchos jefes o líderes, utilizan esta frase para justificar una mala interpretación hacia alguno de sus colaboradores para cubrir o eludir la responsabilidad de juzgar adecuadamente y evitar tener un cargo de conciencia.
Por esto, puedo asegurar desde mi muy particular opinión, que la frase del título de esta ocurrencia, es la más clara muestra de la falta de un verdadero criterio. Punto.
Muchas gracias y hasta pronto.
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