Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
Un príncipe antes de ser rey, decidió casarse. Convocó a las muchachas más bonitas y les dijo: “Elegiré a una de ustedes después de una prueba. Tomen una semilla de rosal, plántela en una maceta, cuídenla y vuelvan en seis meses”.
En la fecha convenida, todas las jóvenes, excepto una, se presentaron con macetas llenas de rosas hermosas. El príncipe se dirigió a la joven de la maceta vacía y le preguntó: “¿No ha brotado ninguna planta?” Ella dijo: “No, alteza, Planté la semilla, la regué, la cuidé, pero nada nació”.
Entonces, el príncipe dijo: “La mejor virtud es la honestidad, por eso esta joven será mi esposa. A todas les entregué semillas estériles y ustedes me han traído macetas llenas de flores, con las que me quieren engañar”.
Qué fácil es querer engañar a otras personas, haciéndoles creer cosas falsas, como le sucedió a las muchachas de esta historia, pero fueron descubiertas y así sucederá siempre. Si no en esta vida, ciertamente en la otra, porque para Dios no hay nada oculto y todo llegará a descubrirse en su presencia.
Sin embargo, que gran satisfacción para aquella que fue leal y sincera presentando su maceta tal como debían haberlas presentado todas.
Aprendamos esta gran lección aunque nos cueste sacrifico, siempre ser leales.
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