Trabajando la tierra

Por Juan Flores García

Nuestra bella población que contaba con treinta años de vida social del pasado siglo veinte, cuando apenas se tenían unos 7,718 habitantes, de clima templado, división territorial: Capilla de Guadalupe, San José de Gracia, Milpillas y Pegueros, entonces comisarías y Mezcala y San José de Bazarte.

Más de 300 rancherías. A Tepatitlán lo describe así el Obispo de la Mota y Escobar: “Los habitantes de esta población son descendientes de los Chichimecas, muy valientes y dispuestos, muy ligeros y diestros con el arco y la flecha”. “Muy buenos para la agricultura, sobre todo los Tecuexes que tenían terrenos comunales (coamillis), tierra desmontada para sembrar, tierra pobre improductiva”. “Los alteños están hechos de triunfo, son poseedores insociables del éxito”. “Luchan contra las circunstancias, es difícil de sujetarlos, nunca han sido vencidos”.

La gente alteña es dura, tan dura como las rocas de que están hechos los cimientos de sus casas, tan dura como la reja del arado, ese viejo arado que va urgiendo en la tierra, exigiendo que nos dé de comer. A la gente alteña le gusta vivir y convivir, ha demostrado a través de los años que es cuidadoso de sus palabras y de su trato con los demás, sobre todo con sus compromisos.

Cierto es todo lo dicho por el Obispo de la Mota y Escobar cuando llegaron los españoles a nuestro Tepa, que hoy, parece raro hablar de los años cuando hizo su arribo a Tepatitlán el 26 de Marzo de 1530, Pedro Almíndez Chirinos, lo hacemos con una buena intención, provocar una chispa del recuerdo de nuestra procedencia.

Alteños al fin, acostumbrados al temple de la tierra, caminamos con garbo como portadores de pesada tradición, aguda por la forma de mirar dentro de su perfil que revela unidad racial, misma que no se ha perdido en la feria de los tiempos. Aparece más interno que se aprecia desde el saludo sincero hasta la nostálgica despedida, distinción precisa sin importar la lejanía donde en nuestros días corresponde llevar en alto la herencia de nobleza que dejaron las generaciones pasadas.

La prosperidad de nuestra población cambió en cuanto a la agricultura, como se dijo nuestra tierra improductiva que con mucho trabajo apenas con las cansadas yuntas de bueyes tiraba del arado de madera guiado por el sudoroso y cansado campesino hombre de campo, para arar la tierra para luego sembrar maíz y recoger una pobre cosecha. Para bien del agricultor y superación del trabajo se fue mecanizando el campo por el uso de maquinaria agrícola utilizando el tractor y sus implementos, principalmente el arado disminuyendo el trabajo y aumentándole producción.

Sin el menor deseo de la alabanza propia, su servidor inició la introducción de maquinaria agrícola en nuestra bella población y en toda la región de Los Altos, allá por el año de 1960, como representante vendedor de algunas marcas. Quien fue adquiriendo su equipo agrícola, redujo el tiempo de trabajo y aumentó sus utilidades en cantidades de toneladas por cada hectárea de terreno cultivado. Desde luego, para obtener estos resultados, la tierra ha de ser abonada no con abono orgánico animal como se usaba cuando se trabajaba con yunta, sino con fertilizante químico y herbicida para eliminar la plaga contaminando así, el terreno, el aire y el agua.

Así, a criterio propio, el empobrecimiento original de nuestras tierras que con más trabajo se lograba menos, por otra parte, todo era salud.

Con todos estos adelantos modernos, en nuestra región seguimos esperando contar con un buen temporal de lluvia para levantar una abundante cosecha para alimentar al ganado añorando aquellas sabrosas tortillas que se hacían con este maíz blanco. Muy bueno ha sido el aprovechamiento de estos adelantos que han cambiado la forma de vivir, no sólo en la agricultura, ya que también la ganadería ocupa una de los primeros lugares en producción de leche.

La avicultura es una de las principales fuentes de abastecimiento a nivel nacional, y generador de miles de empleos. La porcicultura es parte de este avance productor, así como las tantas fábricas de tequila que han tenido un aumento considerable, haciendo que se ocupen miles de hectáreas de tierra cultivando el agave reduciendo un porcentaje de espacios para la siembra del maíz.

La artesanía; es notable la fabricación de colchas, bordados, bordados y tejidos, además fabricas de ropa. Esto genera capital para la población comercial que cuenta con cientos de establecimientos comerciales produciendo capitales para adquirir propiedades. Así, aquel lejano tiempo en que la distancia separaba a nuestro Tepa de la capital de Jalisco a 82 kilómetros al centro de Guadalajara por la carretera 80 (la libre); hoy sólo son según se conoce, 72 kilómetros hasta la nueva central camionera.

No tenemos menos que la comodidad que nuestros antecesores desde la dominación española. Y a través de muchas generaciones que fueron mejorando la forma de vida con los descubrimientos, principalmente en el siglo 20, tenemos a la mano al final del tan mencionado milenio que terminó en el año 2000, la cultura adquirida por nuestros hijos y nietos mediante los estudios superiores que los ha dotado de profesionalismo en todas las esferas sociales, dando paso a la comodidad que disfrutamos. Así pues con esto decimos que así fue Tepa en el Tiempo.

Agradecemos sus comentarios a: jofloreso@prodigy.net.mx

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