+ Hace 124 años fue decretado nuevo municipio de Jalisco
Por Oscar Maldonado Villalpando
El 28 de febrero de 1885 se liberó el decreto del congreso autorizado y dado a conocer por el Gobernador Francisco Tolentino. Muchas cosas han transcurrido en estos años. Según consta, primero se vivió ese gran entusiasmo por promover la comunidad. Las personas del pueblo se organizan a fin de luchar, de pedir que se erija el nuevo municipio. Para pedirlo argumentan por su laboriosidad, si progreso, su organización, su florecimiento económico.
Una comunidad unida que realiza sus obras comunitarias, enriquece su tesoro cultural. Dada la cercanía, el gran pintor Hermenegildo Bustos, realiza varias obras importantes para el templo de San Diego, esculturas y pinturas. La Asunción, La última cena, que es utilizada en las fiestas del Corpus como complemento de los monumentos, así también como la escultura del Cristo crucificado. Se trabaja en la educación, el comercio es muy activo, se resalta la riqueza en las actividades comerciales de cada domingo, las cuantiosas mercancías traídas por los arrieros. Los ranchos y haciendas trabajan a todo vapor dando empleo a muchas personas. Esto se hacía en La Hacienda Madre, San José del Comedero, en Huaracha, El Molino, San Fernando (antes El Calabozo), El Ocote, Tolimán, y la hacienda de San José de la Presa o Peña Blanca, así como la importante fábrica de hilados y tejidos, Bona Nova o Cruz de Piedra. Todo eso argumentaron los habitantes de aquellos tiempos para ser considerados por las autoridades de Jalisco. Y les fue concedido.
San Diego tuvo importantes líderes espirituales, en sus párrocos y sacerdotes, se puede decir que la formación de las personas era exquisita, de calidad. En las escuelas se estudiaba literatura de muy buen nivel, buenas maneras, respeto, aprecio por la vida, amor al trabajo, honda y sincera religiosidad; conocimiento del mundo, valoración de todo lo humano, disciplina, laboriosidad, responsabilidad, alegría, convivencia; música, actuación. En fin.
A pesar de que el municipio está alejado de la capital Guadalajara, se cultivaba el sentido cívico de pertenencia a su estado, orgullo de ser de Jalisco. Dada la cercanía con León, algunas actividades comerciales se realizaban preferentemente con esta ciudad.
Pero los arrieros cruzaban todos los territorios, de Colima la sal, el alfajor; de Arenal el tequila, productos de Michoacán, e insumos de Guadalajara.
Empezado el siglo XX, San Diego de Alejandría persigue sus ideales, se renueva, en 1911 se edifica la torre actual derribando la anterior. La llegada de la Revolución causa un cambio muy serio, si los propietarios de las haciendas y los ricos podían vivir mejor en una ciudad, cómodamente y con menos peligros, es lo que hacen. Muchos a León, otros a Guadalajara, otros a México. Cae la inercia sobre san Diego, sus tierras casi abandonadas, faltas de capitales. Una cosa trajo otra. La intolerancia de los nuevos jefes trae la Cristera. El abandono se acentúa, ahora también los hombres del pueblo están en peligro por las circunstancias inseguras. Se incrementa el éxodo a Estados Unidos. Un letargo, como el de los cuentos, se apodera de la población. Pueblo encantado, perdido quizá, donde apenas se vive, nuevos agricultores ensayan, nuevos patrones que reciben las tierras malqueridas. La organización política tan desairada por 50 años o más. Nada sucede, nada nuevo.
A finales de este siglo XX se empiezan a dar señales de reactivación, de vida nueva. San Diego de Alejandría ya ha cruzado el umbral de tercer milenio y quiere reaccionar. Ya han cambiado muchas cosas. Escuelas, secundaria, preparatoria, escuela especial, algunas fábricas, granjas que dan empleo, etcétera.
Nuevos signos se dan en obras del gobierno. Remodelación de la plaza, levantamiento de arcos de bienvenida. Los habitantes de San Diego, al cumplir el municipio 124 años, espera retomar su paso y reconciliarse con su propia historia.
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