¿Cómo hacen los curas para frenar sus deseos sexuales?

El Universal.- El seminarista Silvestre Herrera Carrillo se enfrentó a un dilema cuando empezó a hacer labor comunitaria en una parroquia de la ciudad de México: tenía que decidir entre sucumbir al deseo sexual que lo dominaba o mantenerse firme en su promesa de celibato.

En ese templo conoció a una joven que pronto hizo evidente que quería algo más que una amistad. “Bien podía haber decidido andar con ella y llevar una doble vida, pero decidí no engañarme. Sé que quiero estar entregado a Dios”.

Esta determinación la pudo lograr gracias a los consejos de su director espiritual, quien le recomendó recurrir a la oración y evitar estar a solas con ella. También le sugirió hablar con la muchacha, pues ella debía tener muy claro cuál era el tipo de compromiso que Silvestre había adquirido con Dios.

Y así lo hizo.

En México no existe un cálculo de la cantidad de religiosos que sostienen relaciones eróticas con sus feligreses, pero en Estados Unidos sí: en su tesis doctoral, Richard Blackman (1984) estudió a 302 ministros metodistas, 404 pentecostales, 300 pastores presbiterianos y 190 clérigos episcopales, de los que 38.6% del total admitió haber tenido “algún tipo de contacto sexual” con uno o más miembros de su Iglesia, principalmente con mujeres.

“Lo que hacemos es sublimar las energías sexuales; las reconducimos y es cuando la libido se convierte en una energía sexual creativa. No dejamos de reconocer que una mujer es guapa, pero sólo queda ahí. Para no avanzar con ese pensamiento hacia actos indebidos, de inmediato se recuerda el compromiso con Dios y la excesiva agenda por cumplir dentro de nuestra formación”, explica Amado García Vázquez, estudiante del Seminario Mayor.

“Conduces esa energía al servicio en comunidad. Habitualmente este tipo de pensamientos se manifiesta en ratos de ocio o durante el apostolado en alguna parroquia y en esos momentos de crisis debemos acudir a las actividades continuas y al apoyo de nuestro guía espiritual”, dice Silvestre.

Julián López Amozurrutia y Salvador González Morales, rector y vicerrector respectivamente, del Seminario Mayor de Tlalpan, que alberga aproximadamente a 150 estudiantes, aseguran que este acto es una disciplina y una renuncia a las actividades lícitas por otras de orden superior.

“No es capacidad de limitarse, sino de orientarse. Los enseñamos a hacerse dueños de su libido”, dice López. “No somos seres incompletos porque la genitalidad es parte de la sexualidad, pero no lo es todo”, dice González.

Control de la libido

Para el sexólogo Francisco Delfín Lara “hay religiosos (hombres y mujeres) quienes reprimen sus deseos convencidos de que es lo mejor para ellos. A veces conforme pasa el tiempo el apetito sexual disminuye a tal grado que puede desaparecer. Esas personas están altamente satisfechas con sus logros”.

Hay otras personas, comenta, en las cuales el apetito sexual está vigente; algunas de ellas realizan heroicos esfuerzos con tal de alejar estas tentaciones y se inventan un sinfín de estrategias con las cuales mortificar el cuerpo y de esa manera mantenerse puros. Unas “no más no pueden y aunque saben o quieren resistirse, ‘sucumben’ de modo que se enfrascan en algunas de las conductas que detestan”.

Delfín explica que después de estos, habrá quién se sienta culpable y se mortifique ofreciendo la no repetición, sin que ello garantice nada. Otros individuos, al percatarse de que no existen los castigos que ellos mismos suelen pregonar, tendrán racionalizaciones como mecanismo de defensa y seguirán ejerciendo su potencial erótico sexual.

Para el Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) la represión sexual en los religiosos no es vista como una patología y la categorizan simplemente como “expresiones comportamentales de la sexualidad”, explica la especialista Paulina Millán.

La vocación

Sor María Teresa Coronado, priora del convento de Santa Catalina de Siena, indica que las infidelidades a Dios son propias de los seres humanos por sus defectos y debilidades, “por lo que tenemos que aceptar y no satanizar al que falló”.

Las religiosas de esta orden dominica de vida contemplativa pueden permanecer años sin salir del monasterio. Sor María dice que las actividades asignadas diariamente, que no sólo implican rezos sino también actividades de recreo, y la vida fraterna en comunidad, ayudan a mantener la castidad. “En cuanto nos percatamos de una falta de vocación atendemos a la joven a fin de saber cuáles son sus deseos, pues a nadie se le obliga a permanecer”, dice.

Marisol Morgado, quien por algunos meses estuvo en el postulantado o etapa de formación inicial que dura año y medio, y en el que las mujeres tienen el primer contacto con la vida religiosa, narra que las actividades diarias dentro de la Congregación de las Esclavas de la Virgen Dolorosa la dejaban tan fatigada que, al final de la jornada, en lo último en que pensaba era en tener sexo.

Revela que en los test previos al ingreso que aplican las religiosas se tratan temas que exploran el tema. “¿Cómo ha sido tu despertar sexual hacia los chicos? ¿Te atraen? ¿Has tenido novio? ¿Te sientes mejor en relaciones heterosexuales o te inclinas por las niñas? ¿Qué concepto tienes de la virginidad? ¿Que te han dicho tus padres de ella? ¿Cómo piensas que debe ser la primera relación sexual?”, son algunas de las preguntas que les hacen, cuenta.

“Te dicen que eres tanto carnal como espiritual, que siempre se presentará la tentación, por lo que debes de estar concentrada y consciente de los votos. Nada es obligado y tienes el apoyo de la oración y el amor de Dios”, dice Marisol.

En la curricula de los estudiantes que pretenden consagrar su vida a Dios no aparece de manera oficial el tema de la sexualidad, por lo que debe ser tratado de manera especial con los guías espirituales de mayor experiencia.

No hay recetas de comida, ni técnicas rebuscadas para evitar las travesuras de la libido, simplemente se recurre a la oración, al ejercicio físico, a la dedicación por el estudio y al firme compromiso con la comunidad.

Otro debate: la masturbación

Una investigación elaborada por el padre Víctor González Marín, quien ha realizado una maestría en el Instituto Mexicano de Sexología (Imesex), pone sobre la mesa otro tema a debate: la masturbación. Entrevistó a seis jóvenes estudiantes de filosofía y del último año del postulantado, con una edad promedio de 25 años, originarios de diferentes pueblos y ciudades de México, la mayoría de situación económica baja y media.

“Llama la atención que nunca usaron la palabra pecado ni culpabilidad en temas de masturbación ni en la hipotética situación de ruptura con el voto de la castidad”, dice el experto.

Cristian Covarrubias, estudiante de 28 años del seminario mayor de Tlalpan, señala: “Sería poco honesto decir que no se presenta la masturbación en este espacio, pero ello indica que no hay plenitud en las relaciones con tu prójimo”. Amado García, otro seminarista, dice que “no se sataniza la masturbación, sino que se atiende la causa”.

La polución nocturna, que es la eyaculación del semen durante el sueño, puede ser un cause para liberar este tipo de energía sexual, comenta López Amozurrutia. Explica que el deseo sexual o del de formar una familia no sólo se presenta en los chicos, sino también hacia los 50 años, cuando se está yendo el impulso juvenil.

Sobre el celibato

En muchas religiones se afirma que cuando un hombre tiene relaciones sexuales, pierde una parte de su poder y su pureza, dice Alessandra Ciattini, antropóloga de las religiones de la Universidad de Roma. Agrega que dentro del celibato eclesiástico, que es característica de obediencia y separa a la persona del mundo terrenal, hay una represión que provoca necesariamente conductas sexuales prohibidas.

El celibato no garantiza que se terminarán los problemas como la doble vida de algunos sacerdotes o la pederastia, asegura el seminarista Angel Fernando Rodríguez, de 23 años. “Esas patologías no son generadas por el celibato, puesto que si se le vive plenamente esa energía estará volcada en la comunidad”, opina el vicerrector Salvador González.

Carlos Rodríguez ingresó al seminario hace apenas cuatro años, luego de haber estado en la universidad y haber tenido novia. “Cuando se empieza a vivir la sexualidad de diferente forma, sí se disfruta de otros placeres de la vida, pero que nada tienen que ver con la genitalidad”.

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