Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
Un grupo de científicos y botánicos se encontraban explorando remotas regiones de los Alpes, en busca de nuevas especies de flores.
Un día notaron a través de sus binoculares, una flor tan rara y tan bella, que su valor a la ciencia era incalculable.
Sin embargo, la flor se hallaba en lo profundo de una cañada, que tenía despeñaderos a ambos lados.
Para poseer la flor, alguien tenía que bajar por el despeñadero, sostenido de una cuerda.
Por allí cerca, había un muchacho curioso observando la escena. Los científicos le dijeron que le pagarían bien si se dejaba bajar por el despeñadero, para cortar la flor que había en el fondo.
El muchacho echó un largo vistazo al profundo y vertiginoso precipicio y dijo:
-Regreso en un minuto.
Al poco rato volvió, seguido de un hombre de pelo canoso. Se acercó al botánico y le dijo:
“Bajaré por el despeñadero y les traeré la flor, con la condición de que este hombre sostenga la cuerda. Es mi papá” Si alguna otra persona sostiene la cuerda no me atrevo a ir.
¡Dios nos dé la fe de ese muchacho!
¿Has aprendido a confiar en el Señor así?
¿Estás dispuesto a decir: Si mi Padre sostiene la cuerda, no temeré?
El temor se desvanece cuando confiamos n nuestro Padre.
Es Jesús el que me mantiene firme. ¡No puedo dudar!
En los tiempos actuales hay muchas personas que viven llenas de miedo y desconfianza a causa de tantos peligros con los cuales continuamente nos encontramos como por ejemplo: secuestros, robos, enfermedades y muchas cosas más.
Ante tal situación dolorosa no nos queda más que poner toda nuestra confianza en Dios como aquél muchacho lo estaba poniendo en su papá.
Jesucristo nos ha dicho en su Evangelio. “No tengas miedo,
si mi padre celestial cuida de las aves, de las flores y de los animales, cuánto más cuidará de ustedes.”
¡No perdamos la confianza, Dios está con nosotros!
0 Comentarios