A la Virgen de Guadalupe


Por Oscar Maldonado Villalpando

La fiesta religiosa más importante de los aztecas (Panquetzaliztli) que la festejaban en el solsticio de invierno, en el cual fue la aparición de la Virgen de Guadalupe; los aztecas festejaban el nacimiento del sol y María nos trae al "Sol que nace de lo alto"

Santa María de Guadalupe, Estrella de la Evangelización, al ser Madre de nuestro pueblo conoce perfectamente el corazón y la cultura de los indígenas; Jesucristo “Luz de las naciones”, se quiso manifestar a través de Ella en la fiesta religiosa más importante de los aztecas,  Panquetzaliztli, análogamente llamada por Fray Toribio de Benavente -mejor conocido como Motolinia (misionero franciscano)- la “Pascua indígena” por su gran significado y parecido con el sacrificio de Cristo.

En esta celebración religiosa indígena, los aztecas tenían una gran preparación que incluía el ayuno; después comían pan que el mismo sacerdote indígena bendecía, y administraba introduciéndolo en la boca de los participantes a “modo de comunión” antes de iniciar con los sacrificios humanos.

Esta fiesta del  Panquetzaliztli  se hacía en los primeros días de diciembre, y consistía en ofrecer muchos sacrificios humanos para alimentar al “dios” sol con la sangre y los corazones, para que el ciclo y la vida humana pudieran proseguir. La segunda parte de la fiesta se llamaba  Nemonteni, que eran cinco días de incertidumbre, pues los indígenas tenían miedo de que el sol no volviera a salir. Por último la tercera parte de la fiesta era llamada  Atemoztli, que era justo en el solsticio de invierno, cuando salía luz (el sol) venciendo a las tinieblas y la Tierra estaba fuera de peligro.

Así pues, Nuestra Señora de Guadalupe incultura perfectamente el Evangelio eligiendo esta fiesta tan importante en la cosmovisión de los aztecas, para traernos a su Hijo Jesucristo, el “Sol que nace de lo alto”. Ella sabe recoger las “Semillas del Verbo” que están esparcidas en el corazón de todos los hombres y sin ofender la cultura y pensamiento religioso sobre los sacrificios humanos, ahora nos dice que ya no es el hombre quien necesita ofrecer sacrificios humanos para alimentar a “dios”;   ahora es Dios, el que hecho hombre, se ofrece como único y eterno sacrificio para alimentar a los hombres con su cuerpo y con su sangre. María purifica todo error en la cosmovisión indígena, y nos entrega a su Hijo, que es el Pan bajado del Cielo.

El acontecimiento Guadalupano le da un nuevo sentido a esta fiesta de los aztecas y nos anuncia una gran noticia: que después de la oscuridad llega la luz, que el Dios verdadero por quien se vive ama al hombre y entrega su vida por él, y llega hasta nosotros por medio de lo más precioso que tenía Jesucristo: su Santísima Madre en la advocación de Guadalupe.

La Virgen María no viene sola; viene a quedarse con su Hijo en medio de los indígenas, con lo que los habitantes de estas tierras ya no son “huérfanos”, sino que tienen una Madre que los ama y escucha sus clamores y aflicciones en esta nueva civilización fundada en el amor.


Una vez más, María Estrella de la Evangelización, perfecto modelo de obediencia al cumplir la voluntad de Dios gracias a su “fiat”, es portadora de la noticia más sublime que todo hombre puede esperar: Jesucristo “Luz de las naciones”, quien es la Buena Noticia que nos da la vida, y vida en abundancia. ( Reflexión presentada por el estudiante del Seminario Mayor de Guadalajara Francisco Morales González, 3º. de Filosofía)

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