Por Lic. Christian Gabriel Villalobos García
Hace algunas semanas que comenzó la crisis internacional del Covid 19. No podemos negar que esta pandemia trajo cambios inesperados, nadie pudo anticipar que estos cambios llegarían con tanta rapidez. Al principio vimos cómo el presidente de la República negaba la situación y muy a su estilo intentó distraernos con otros temas. De la misma forma que en su momento descalificó las marchas por los derechos de las mujeres y la problemática nacional de feminicidios.
Mientras los días pasaban y las imágenes de una Europa paralizada comenzaban a hacer presencia en el imaginario colectivo de la sociedad. En Jalisco un foco de esperanza parecía que se encendía. El gobernador del estado Enrique Alfaro, alzó la voz llamando a tomar medidas preventivas. Habló de que Jalisco estaría listo para esta emergencia, que sería enérgico para salvaguardar la salud de los jaliscienses. Muchos veíamos, a sólo dos meses de distancia y recordábamos la emergencia sanitaria por el dengue. Donde el gobierno del Estado mostró una actitud apática, incluso se podría decir desinteresada. Vimos que los productos con los que se suponía fumigarían los posibles puntos de infección del Estado estaban caducados. Entonces ¿por qué ahora sí le preocupa tanto la salud?, ¿qué es diferente?
Es curioso que a diferencia de la emergencia sanitaria del dengue, en esta ocasión el gobernador nos inundó de propaganda, en la cual señalaba que si el gobierno federal era irresponsable, él no lo sería. Como si su mensaje estuviera dirigido al resto de la nación y no sólo para Jalisco. Quizá vio en esta enfermedad la posibilidad de tener reflectores a nivel nacional. Mientras los habitantes de lo que alguna vez fue la Nueva Galicia, actuábamos de forma responsable, sacrificando nuestro sustento por un bien común, el gobernador en su afán de demostrar que es mejor gobernante que el presidente de la República, se volvió cada vez más rígido, al grado que llamó ¡PENDEJOS! a los ciudadanos.
No estoy en contra de las medidas que se tomen para cuidar la salud de los ciudadanos. Estoy en contra del “gandallismo”, del político oportunista que, en medio de la crisis, intenta sacar provecho. No solo el gobernador fue quien encontró reflectores en esta pandemia, fueron muchos los que de repente se volvieron altruistas ocasionales y llenaron las redes sociales de buena voluntad. Ojalá ese espíritu de generosidad se vea reflejado todo el año en las diferentes circunstancias que vivimos. No solo en las que, por su gravedad, nos permiten vernos como buenos samaritanos. Mientras el resto de la sociedad se esfuerza por estirar sus ahorros y luchar en muchos casos por llevar un bocado a su mesa, vemos los abusos de parte de algunos patrones que reducen los sueldos de los empleados, los despidos. Pero parece que nuestras autoridades creen que con anuncios de programas asistencialistas la crisis va a desaparecer.
Pero no debemos dejar que estas malas actitudes nos opaquen. Debemos contemplar la luz al final del túnel. Reconocer nuestra propia resiliencia social, nuestro espíritu lleno de fortaleza que nos inspira a seguir adelante. Porque esta situación no será eterna y volveremos a nuestros trabajos y escuelas.
Sigámonos cuidando. Esta pandemia será solo un capítulo más en nuestra historia. Uno en el que saldremos más fortalecidos.
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