El padre Felipe, un cura feliz


A los ocho años de sacerdocio


• “Es como cuando te gusta una chava, no sabes ni qué onda…”
• Dudaron de Él y le pusieron trabas, pero al final les ganó Dios


Por Gabriela González Ontiveros

“El elegir la vocación del sacerdocio es como una relación de pareja en su inicio, que no sabes si te gusta, si te cae mal, te llama la atención pero se te hace raro… Así me sentí yo cuando tuve mi acercamiento con el Señor, yo veía algo muy raro, lejos de mí, y fue una lucha con mi interior y con Dios, pensé que yo estaba limitado pero al final me quedé con él y me fue muy bien, hoy puedo decir, después de 8 años, que le atiné, o le atinó Dios conmigo”. Se ríe el Padre Felipe vía telefónica, tal como su carácter alegre lo ha distinguido a lo largo de su sacerdocio, y en el cual cumplió 8 años este martes 23 de junio.

A sus 37 años, el Padre Felipe tiene 5 años siendo el encargado del Santuario de la Virgen de Guadalupe en esta ciudad, y aunque se siente feliz de estar en este lugar, de ayudar al prójimo, además de tratar de guiar a sus feligreses por el buen camino, sobre todo a los jóvenes, para el sacerdote su inicio con Dios fue algo accidentando, ya que tuvo varias pruebas difíciles que logró superar y por lo cual ahora está muy agradecido con Dios.

“Me ordené a los 29 años, el estudio en sí dura 10 años, pero yo entré desde la Prepa, a los 15 años me fui a Lagos de Moreno al Seminario, de ahí hice el curso introductorio en Arandas, de ahí a San Juan de los Lagos donde estudias filosofía y teología, pero en el inter de filosofía y teología yo tuve una prueba muy grande, porque me dijeron: tú no la haces para esto, tómate un tiempo para decidir si esto es lo que quieres” relató el Padre.

Y es que aunque es normal que a los que estudian para sacerdotes les den un año libre, al padre Felipe le dieron dos. “Éramos un grupo de 38 personas y a 8 nos dijeron que no, pero yo era el peor, me dijeron que me iban a dar un año en mi casa y otro en una parroquia y que en dónde quería comenzar, entonces dije, para no enfriarme me voy  a la Parroquia, pero me enviaron a Ayotlán y ahí el Señor Cura era sumamente difícil, me fue como en feria, fue un tiempo de lucha, después del año me voy a mi casa y busco trabajo, además de tomar clases de inglés y computación, y encuentro trabajo en un restaurante, pero el Padre Pepe del Espíritu Santo me dijo que no, que él me quería cerca de la Parroquia y me mostró un local que había enfrente del templo “pon ahí lo que quieras, pero aquí te quiero”, y pues me gustaba el café, así que compramos una cafetera, me hice casi todo una barista y puse una cafetería donde fui muy feliz, tenía 24 años, a veces sí tuve como que una crisis existencial que hasta mi hermana Raque me veía triste y me decía que si me gustaba y quería me fuera a estudiar actuación pero obvio no fui”.

Sin embargo al Padre Felipe un nuevo panorama se le presentaría, después de seis meses en la cafetería le dijeron que el informe del primer año que tuvo en la Parroquia de Ayotlán no sería tomado en cuenta, y que sería enviado ahora a San Juan, lo cual le dejó una muy grata experiencia gracias a la guía del Señor Cura de ese Parroquia.

“La etapa última de mi seminario fue un momento más de confianza y acercamiento a Dios, fue una lucha para ser un buen sacerdote, por estar bien, pero después me di cuenta de que Dios me llamó a eso, es como si me hubiera dicho, “yo te invité, yo pago” y es algo que yo le agradezco a Dios, que a pesar de que le puse trabas y me pusieron trabas, al final de cuentas llegué”.

Una vez ordenado, el joven sacerdote fue enviado a Capilla de Guadalupe, donde señala que aprendió mucho a ser sacerdote, a disfrutar de la cercanía con la gente que un pueblo pequeño te da, fue nombrado asesor de la juventud de la Diócesis, lo cual clasifica como un regalo de Dios, no por el cargo, sino por el sentirse acompañado de los jóvenes, con ellos pudo acudir a ver al Papa en tres ocasiones, cuando vino a México, en Cracovia y en Panamá, fueron 3 años en Capilla llenos de experiencias gratas.

De Capilla fue enviado a la Parroquia de San Francisco de Asís, y después de 6 meses el Señor Cura lo mandó al Santuario de Guadalupe, donde ya lleva 5 años y es feliz, sin embargo sabe que en cualquier momento puede ser llamado a otro lugar, pero es algo que no le preocupa y sabe que no debe aferrarse a un solo lugar, ya que, dice, volver a comenzar es parte de la vocación.

Mientras tanto su familia está feliz de tenerlo como sacerdote y cerca, “me ven tal cual, mi hermano Pepe es más organizado, mi hermana en Guadalajara es maestra, yo no soy el mejor de mi casa, ni tampoco lo fui del Seminario, pero estoy muy agradecido con Dios y no quiero que se me quite ese agradecimiento, el Señor ha sido muy misericordioso conmigo, como sacerdote, intento día a día que las personas no se sientan juzgadas ni señaladas, generarles confianza, comprenderlas y acompañarlas, he querido que el Santuario sea una iglesia abierta, que se vea la luz, es la casa de una madre y la casa de una madre la quieres limpia, que sea bonita, en paz, bien recibido, consolado, con una sola persona que me diga, me voy en paz del templo, vale la pena”.

Finalmente el Padre Felipe invitó a todos los que sientan curiosidad por el sacerdocio, que lo intenten, ya que nada pierden y espiritualmente pueden ganar mucho, “Yo les diría que se arriesguen, vuelvo a poner el ejemplo de una chavo que le gusta una chava, me llama la atención, pues cálale, pídele a Dios que te dé luz para que lo veas, platica con él, me consta que muchos sacerdotes han quedado cautivados en el Seminario, inténtalo, yo soy muy feliz.”

Publicar un comentario

0 Comentarios