Anacleto González Flores y el feminismo


Por Christian Villalobos García

Año de 1947, después de la Segunda Guerra Mundial, el Diario Oficial de la Federación en México publica que a partir de esa fecha las mujeres tendrán el derecho al voto y a ser candidatas en medio de las elecciones municipales. Quizá esta fecha nos suena un tanto extraña, sin embargo a partir de ello en México se creó una ola interesante de ideologías y de alza del sentido de la sociedad a la que llamamos feminismo. 

El objeto de este pequeño ensayo es permitirme, estimado lector, cambiar un poco tu visión sobre esta palabra, dejando de lado el concepto de “el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, así como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo” según la RAE, a un concepto un tanto diverso en el lenguaje y la finalidad. Sin embargo, no quiero que esto represente una amenaza o un agravio a las maneras de pensar de los demás. Para mí, el feminismo es sólo una crisis de sentido, tanto para el hombre, como para la mujer. Lo voy a explicar. 

Una crisis de sentido y el aumento de ideologías es la principal consecuencia de la lucha interminable entre los valores y la restauración del orden natural de la vida humana. El feminismo ha sido malinterpretado y en muchas ocasiones lacerado por corrientes que pretenden valerse de muchas mujeres que buscan el sentido de su vida, y terminan embaucadas en retóricas intrínsecamente vacías que sólo las usan como herramientas de apoyo contra una lucha que no hace más que sangrar a la sociedad. 

¿Acaso es necesaria una lucha entre el hombre y la mujer? ¿Será ésta la verdadera lucha? ¿O solamente se han utilizado para denigrar cada vez más la imagen humana que todos tenemos congénita en nuestra persona? El resumen de estas cuestiones es que existen dos interpretaciones del feminismo, el que se asemeja cada vez más al verdadero sentido de la vida y el que dista de él en una crisis ideológica. 

Hoy quiero citar a uno de los autores que más admiro y que ha sido la inspiración de mi pensamiento sobre el papel de la mujer en la sociedad, un autor que a más de 100 años habla de las mujeres y del sentido de la vida como si estuviera presente en cada ocasión donde las mujeres son maltratadas, no tomadas en cuenta, asesinadas, hechas menos por el simple hecho de ser mujeres. Es el perfecto refuerzo en la ecuación de feminismo y sentido de la vida, de feminismo mal intencionado y crisis de sentido.

«Lo que llamamos “crisis de sentido”, como toda crisis puede ser positiva para la humanidad, aunque por momentos, nos hace sentir como huérfanos de moral» (PGP 13), este paso es la gran oportunidad de lanzarnos al ejercicio de la propia voluntad, pues «Necesitamos poner ya desde hoy, en la raíz de nuestra vida, la osadía para empezar. Bajo el aliento de la osadía querremos volvernos sobre nosotros mismos para golpearnos hasta el desangramiento» (González Flores, 2005), un proceso de dolor, pero de esperanza. Pues en este mismo sentido podremos encontrar la respuesta, pues con un acto permanente de presencia en la mitad de las batallas del pensamiento, de la palabra, de la prensa, del libro, de la cátedra, de las escuelas, de la política, de la organización y de la totalidad de la vida..., llegaremos a ser reyes, no para nosotros, no para nuestra vanidad ni para nuestros planes personales; sino para que reine Cristo sobre las montañas y sobre los tejados (González Flores, 2005) 

De las vidas, de las personas, en los espacios y lugares que necesitan ser llenados de sentido profundo y verdadero. «“Tú serás rey”. Y que ese grito se cumpla, pero no para hacer reinar a un hombre, sino para hacer reinar plenamente a Cristo» (González Flores, 2005), el único que puede darle sentido. ¿Será pues que esta crisis sólo es de algunos que luchan por un mejor lugar en la sociedad o por aquellos que quieren igualdad? 

Por otra parte, «reconociendo el valor de la familia en el mundo como un elemento fundamental para una sociedad más sana y vigorosa, formadora ineludible de valores en la educación de los hijos»(González Flores, 2005), es como se puede comenzar este proceso de reintegración. 

Así mismo, «La sexualidad es fuente de vida, alegría y desarrollo humano, y está íntimamente ligada al amor entre el hombre y la mujer» (PGP 14), pero más allá de esta perspectiva, nace en la delgada línea del pensamiento que «también, apreciamos en este contexto general, que existe una honda preocupación por la ideologización de la sexualidad, desligándola del sentido natural que ella tiene en el ser humano» (PGP 14). Volviendo cada vez más al hombre y a la mujer sencillas herramientas para usar y tirar, para pasar efímeras en la concurrencia de la vida. Nos volvemos cada vez más utilizables, por ello cada vez más propensos a mantener un orden ajeno a nuestra naturaleza. 

Esta preocupación exige una respuesta inmediata, misericordiosa y certera, se necesita una vida de integridad para reafirmar el verdadero sentido de la mujer, del hombre y de la familia en sí misma, pues la vida es un riesgo permanente; riesgo en el orden físico, riesgo en el orden moral, riesgo en el orden intelectual, riesgo en el orden político, riesgo en todos los aspectos de la actividad humana. En vano todos los días trabajan los hombres por echar la nave de la vida por rutas exploradas y bien conocidas. No se ha llegado hasta ahora más que a tener una seguridad demasiado relativa. Porque al poco andar truena la tormenta sobre las cabezas de los viajeros, el abismo abre sus enormes fauces y el peligro asoma su cara amenazadora y trágica (González Flores, 2005). 

En este sentido, nadie puede quedar exento de que uno por uno, todos los actores de la sociedad, caen en una trampa existencial que cobrará vidas. Pues para que cada uno de los integrantes de la sociedad pueda ser derrotado, debe de existir quién combata contra ellos. Una guerra civil en pleno, una batalla revolucionaria entre todas las identidades prósperas de la sociedad. 

En verdad, el machismo no es más que una falta de sentido del hombre, y el feminismo, no es más que una respuesta igual de carente de sentido a ello. Ninguno es menos importante que otro, y no hay antecedente para culparlos. Sólo ambos desarrollan un punto principal. El hombre no logra validarse por sí mismo, y la mujer no logra responder de manera audaz a esta crisis. Ambos entran en una vorágine imperturbable de discrepancias y luchas. 

Ni el carácter —atributo esencial de las fuertes personalidades—, ni la orientación del espíritu, ni la virtud, ni la santidad, ni nada de todo lo que sirve para darle el toque definitivo a la obra de hacernos totalmente, se compra en ningún mercado. Todo eso lo hace, lo tiene que hacer, lo debe hacer el forjador que todos llevamos dentro de nosotros mismos. Y todo eso que no se compra ni se puede comprar, tampoco se puede recibir de la prodigalidad de los filósofos ni de los maestros. Porque nadie puede trasfundir el propio carácter ni los rasgos salientes de su personalidad por más que se sienta dominado por un afán inmenso de dar y darse a los demás (González Flores, 2005). 

Nadie puede emitir juicios de valor para creer que un movimiento dará la respueta a esta problemática social, ni los votos, ni los lemas, ni las marchas ni los emblemas, nada de eso podrá cambiar lo más importante de nuestra persona.
Quiero preguntarte, ¿no es más sencillo pensar que el feminismo es una crisis de sentido en ambas partes? ¿No es pues la manera en que se podría afrontar verdaderamente desde la raíz esta situación? ¿O seguiremos viendo el feminismo como una lucha, donde las mujeres buscan algo que les arrebataron los hombres? ¿Un solo lado mal? ¿Un lado que exige los derechos? ¿Hay lados en esta contienda de sentido? 


Me es más esperanzador creer que el feminismo sólo es una rama de la crisis de sentido y de identidad del hombre y de la mujer y no una contienda dramática de las partes. Porque así podemos afrontar con la gallardía de la humildad que todos necesitamos cambiar y no sólo unos cuantos, o un sistema opresor, o una parte de la humnaidad que jamás ha sido reconocida. Creo que el feminismo sólo es una concecuencia de aquello que desde el principio no hemos aceptado. Me es más esperanzador verlo así. ¿Y a ti? 

CEM. (2017). Proyecto Global de Pastoral. Ciudad de México, México: CEM. 

González Flores, A. (2005). Tú serás rey (Obras Completas ed.). Guadalajara, México: Gobierno del Estado. 

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