Por Gustavo González Godina
Pues inició ya al proceso electoral que terminará el día 6 de junio con la elección de 15 gobernadores, 500 diputados federales (300 elegidos en las urnas y 200 por los partidos políticos), diputados locales en todo el país excepto en Coahuila y Quintana Roo, y presidentes municipales también casi en todo el país, excepto en Durango e Hidalgo.
Normalmente es esta última elección, la de alcaldes, la que más le interesa a la gente por tratarse de la primera autoridad que tienen a la mano los ciudadanos, la más cercana, sin embargo por como le ha ido a México con el actual presidente de la República, cuya ideología y falta de capacidad ha provocado la peor crisis económica desde 1932 (en 88 años) y la mayor violencia que se haya registrado en el país, sin contar con la crisis de salud en la que también ha puesto su granito de arena, en esta ocasión el interés mayor está en la elección de diputados federales, porque de tener a su favor AMLO una mayoría de éstos (como la tiene actualmente), se teme que pretenda reelegirse como han hecho sus amigos en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
El interés por evitar que el partido del Presidente, Morena, obtenga de nuevo la mayoría en la Cámara de Diputados, es notorio en las redes sociales, especialmente en Twitter que es donde se da el debate; en los medios tradicionales: (periódicos de circulación nacional como el Reforma, El Universal, El Financiero y el Heraldo) y en algunos canales de televisión, marcadamente Imagen y Fórmula; y también en la calle, cada vez son más los que protestan y exigen la salida de AMLO en sus marchas motorizadas y en los reclamos que le hacen cuando llega a algún lugar, empezando por su tierra.
Pero de ahí, de la notoriedad de ese interés, a que Morena pierda más diputaciones de las que gane, hay un abismo de diferencia. Cada vez menos profundo, es cierto, pero abismo al fin. Lo único en que se ha avanzado en ese sentido, es en que no aparezca López Obrador en la boleta como pretendía. Hizo hasta lo imposible porque el día de la elección coincidiera con el plebiscito para la revocación de mandato, pero no lo consiguió.
Después inventó lo de consultar a la ciudadanía si se debe enjuiciar o no a los expresidentes, como si la justicia fuera cosa de mayoría de votos y no algo establecido ya en la ley, y pretende que dicha consulta se haga el mismo día de la elección, el 6 de junio del próximo año. Creo que tampoco lo logrará, y en una de esas ni consulta hay, porque la tiene que aprobar la Suprema Corte de Justicia de la nación y ésta van cuatro veces que rechaza la realización de una consulta popular por considerarla anticonstitucional, aunque ésta, que sería la quinta vez que se le propone a la SCJN, sí estaría enmarcada ya en la Constitución, pero me parece que difícilmente van a aceptar los señores magistrados que su autoridad sea reemplazada por la voluntad popular.
Y más por el tema de que se trata, la justicia la procura (de ahí las palabras procurador y procuraduría) un organismo autónomo (se supone) llamado Fiscalía, y la imparte el Poder Judicial, así está escrito ya en las leyes, qué acciones se deben castigar y quién y cómo se deben castigar, en ninguna parte dice la Constitución que el castigo deba depender de si una mayoría de ciudadanos está o no de acuerdo en que se aplique la justicia. Todos quisiéramos que se aplicara, no sólo a los expresidentes de la República, sino a todos los gobernantes y funcionarios ratas, incluyendo a los actuales, pero una cosa es lo que todos quisiéramos y otra lo que dice la ley.
Pero en todo caso y suponiendo que la iniciativa de la consulta lograra superar ese escollo principal que es la aprobación de la Corte, no creo que (por el tiempo que falta para la elección) se logre que la fecha para la misma sea el 6 de junio al mismo tiempo que la elección. Por lo tanto no estará Andrés Manuel López Obrador en las boletas ese día, y sin Él en las boletas Morena no es lo mismo. Ya es un avance. Sin contar con que, además, en el Partido-Movimiento (de Regeneración Nacional) ya andan a la greña como siempre en la historia de la izquierda mexicana. Desde que se tiene memoria las tribus pelean a muerte cada posición, cada puesto, cada candidatura, y el 2021 no será la excepción.
Con eso pueden contar los ciudadanos que ven un peligro en un posible intento de reelección de AMLO, con los partidos políticos no. Salvo su mejor opinión, creo que nadie (fuera de ellos mismos) o casi nadie cuenta con los partidos políticos para rescatar a México de las garras de López, de su comunismo, de su corrupción y su incapacidad. Los partidos no representan a los mexicanos, sólo se representan así mismos y a sus intereses, políticos y económicos.
Tan fácil que sería, si los políticos que dirigen a los partidos fueran personas honestas, honradas, idealistas, vaya, de buena fe, que se aliaran y llegaran juntos a la elección el PRI, el PAN, PRD y MC, y que aceptaran abanderar a candidatos externos, no militantes, así sólo tendríamos que acudir a las urnas y votar por el candidato a diputado de esa Alianza para borrar a Morena del mapa de la Cámara de Diputados. Pero eso no va a suceder. Nunca aceptarán los partidos políticos postular a alguien que no pertenezca a sus filas.
Bueno, que no postulen a candidatos externos, ciudadanos, independientes, que postulen a sus propios candidatos, pero que se pongan de acuerdo y vayan en alianza, en dónde apoyan todos a un candidato y en dónde apoyan todos a otro, aun así sabremos los ciudadanos por quién votar, por cualquiera de esa Alianza. ¿Tampoco?, ¿les resulta imposible aliarse? ¡Oh que la! Que no se alíen los cuatro pues, que se alíen sólo dos, los menos pendejos, y aún así sabremos los ciudadanos por quién votar, esa pequeña Alianza cosechará todos los votos inconformes con la actuación (o falta de actuación) de AMLO y derrotaremos a Morena.
¿Qué no se quieren aliar ni dos?, bueno, entonces sólo nos dejan a los ciudadanos una opción: renunciar a nuestra simpatía por el PAN, por el PRI, por el Movimiento Ciudadano y por el PRD, y votar por el que llegue en segundo lugar (donde Morena encabece las preferencias). Tendremos que estar atentos a las encuestas cuando se acerque la elección (encuestas en las que nunca he creído, pero me dice un amigo que vive en Estados Unidos que sí funcionan si son serias, y que en México las de El Financiero son serias), para votar finalmente por el segundo lugar, es decir, para usar el voto útil contra Morena.
(A propósito, me dice mi amigo -que es un maestro en el periodismo y que simpatiza con el Partido Demócrata- que todo parecía indicar que Donald Trump estaba en la lona, que no había manera de que ganara, pero que encuestas recientes indican que se está levantando y que ahora es muy probable que gane en forma contundente. Lo veremos en noviembre… y sabremos a qué atenernos).
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