Por Christian Villalobos
La democracia no es perfecta, pero es el mejor régimen que hemos creado para garantizar la participación de todos los individuos en sociedad. La humanidad lleva milenios descubriendo la mejor manera para organizarnos y conseguir una sana convivencia entre los miembros de una sociedad. En la historia hemos pasado por diferentes periodos, por ejemplo: las monarquías que fueron la manera de gobernar predominante en la antigüedad, el sistema feudal de la edad media, o los señoríos en América, donde la mayoría de la población tenían la calidad de súbditos o criados, sin derechos, claro, y siempre sujetos a la voluntad de sus amos, que pocas veces lo reconocían como seres humanos.
La idea de la democracia surge por primera vez en la civilización griega, a la par de los pensamientos filosóficos, la ética y demás conceptos que hoy en día son base para la civilización occidental. La antigua civilización romana fue primero una monarquía, encabezada por la figura de un rey, posteriormente una república en la cual el senado tomo demasiada importancia, lo que al final dio como resultado la figura de un tirano y la transformación del imperio. El continente europeo, tras la caída del imperio romano, se dividió en pequeños reinos y señoríos, que finalmente se consolidaron en reinos y al final en imperios como el español, el británico, portugués entre otros.
A finales del siglo XVIII, las ideas de la Ilustración plasmadas en las grandes obras literarias del siglo de las luces se materializaron en dos grandes revoluciones, la más famosa es la revolución francesa, que pasó por varios procesos, incluyendo la etapa del terror para finalizar con el imperio de napoleón, la segunda fue la revolución independentista de los Estados Unidos de Norte América, ambas tuvieron un gran impacto en la región española de América y pocos años más tarde estas regiones se convertiría en países.
En el significado etimológico de la palabra democracia encontramos la acción del pueblo, con las revoluciones ilustradas, a la que se le otorgara el postulado de soberanía, la cual es arrebatada a Dios y al rey para entregarla al pueblo, convirtiendo a los súbditos en ciudadanos, otorgándoles derechos y sentido de partencia al estado.
En México la democracia se instauró por primera vez en el año de 1824, pero en ese momento existían distintas limitaciones constitucionales propias de su tiempo para poder ejercerla, posteriormente fuimos viviendo distintos procesos caóticos hasta el estallido de la revolución social de 1910 y la constitución del año 1917, que actualmente nos rige, sin embargo, a pesar de todo esto fue hasta la década de 1990 que comenzó a florecer la democracia y se consolido en el año 2000, con la llegada de Vicente Fox a la presidencia de la república.
La democracia en nuestro país se consiguió con sacrificio, lágrimas y mucha sangre, pero sobre todo con una enorme convicción y amor al país.
En la actualidad vemos un enorme desprestigio por los sistemas democráticos y sus instituciones, los ciudadanos no conocemos nuestro papel en la vida del estado, no ejercemos el sufragio desperdiciando esa sagrada oportunidad que a muchos a lo largo de la historia les fue negada, entregamos todo a un solo hombre o partido, descubrimos que las practicas “mapacheras” del fraude electoral aún se practican. Los tribunales electorales no actúan con un criterio sano, pareciera que están sujetos a las disposiciones del presidente, una prueba de esto es lo sucedido recientemente con México Libre.
Podemos analizar diferentes síntomas de que nuestra democracia está en peligro, mencionando que un solo partido tiene la mayoría en todo el país, y que la oposición parece no saber cómo reorganizarse, del mismo modo ante el triunfo electoral del PRI en los estados de Coahuila e Hidalgos nos queda la incertidumbre si fue un pacto del PRIMOR o una verdadera decisión popular, ya que las autoridades federales llamaban a no salir a votar por la contingencia.
La solución para salvar la democracia es la formación de ciudadanía, la conciencia social, la participación en la vida pública. Sólo de esta manera lograremos que los mapaches no conviertan la vida social en el circo de la democracia.
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