Por Ana Paula de la Torre Díaz
Hace unos días en un noticiero aquí en Tepatitlán preguntaban a un miembro de la oposición al partido en turno en el ayuntamiento, qué le parecía la actual gestión. La respuesta fue negativa en todo sentido.
Hace unos días en un noticiero aquí en Tepatitlán preguntaban a un miembro de la oposición al partido en turno en el ayuntamiento, qué le parecía la actual gestión. La respuesta fue negativa en todo sentido.
Lamentable fue la respuesta,
lamentable todo. Esa posición me parece, no contribuye a ser una oposición
creíble. Es mucho más respetable una oposición que reconoce aunque sea algo
bueno del contrincante, (algo debe de haber en dos años de presidencia), a una
posición dramáticamente catastrófica.
El tiempo en que la
descalificación rotunda era un arma de combate se ha superado, una persona,
partido, institución, proyecta y genera mucho más respeto, cuando se es
maduro y se reconoce lo bueno y lo malo del contrario.
Lo anterior es signo de nivel
analítico , de racionalidad, de madurez, incluso de la posición de continuidad
en los proyectos que han sido útiles de llegar al poder. Una oposición cuya
postura rotunda es la descalificación total, proyecta falta de visión, de
equilibrio, y genera más bien esa sensación de pasión fanática por lo que uno
representa, ya sea a sí mismo, a un partido, a una institución, posición que no
contribuye a un gobierno plural, democrático, abierto, sobre todo maduro.
En política en México
anteriormente hablar bien del contrincante era hablar mal de uno mismo, signo
de debilidad, hoy en día, reconocer algo, aunque sea uno de los logros del
contrario es hablar bien de uno mismo, es mostrar signos de que se es justo. De
que se piensa. De respeto por el ciudadano, que requiere que aquellos que
forman parte del debate público sean objetivos. Maduros.
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