Los dos Méxicos


Por Gustavo González Godina

Me he pasado una vida viajando de norte a sur y de este a oeste en nuestro país. Más concretamente del noroeste al sureste del territorio nacional. Y al observar lo que pasa en un lado y en el otro, me da la impresión de que se trata de dos países diferentes, cosa que ahora y gracias al presidente López Obrador, podría convertirse en una realidad.


Siempre les he platicado a mis amigos que todo es diferente allá y acá (estoy ahora en Jalisco), la tierra, el clima y la gente. En Veracruz, en Tabasco y Chiapas hay mucha agua, grandes ríos como el Usumacinta, el Grijalva y el Papaloapan, y menos caudalosos como el Pánuco, el Nautla, el Cazones y el Coatzacoalcos. El territorio veracruzano, que es una larga y angosta franja a orillas del Golfo de México, es atravesado por docenas de ríos, lo que lo hace un territorio húmedo y pródigo. Otro tanto pasa en Tabasco y en menor medida en Chiapas que es un tanto montañoso.


Y esa humedad que hace a la tierra tan pródiga, y ese clima tropical, moldean a sus habitantes. Allá -les he comentado a mis amigos- se puede pasar uno toda una vida sin trabajar, nadie se muere de hambre, es cuestión de salir a cualquier camino y comer mangos, papayas, naranjas, lo que sea; si te comes un mango y avientas la semilla a la azotea, ahí nace un nuevo árbol de mangos. En cambio, acá, de El bajío hacia el poniente y el norte, hay que romperse el lomo para sacarle el pan a la tierra.


Eso hace a la gente diferente. Pasa usted en su automóvil o en un camión de pasajeros a las 12:00 del día entre Paso del Toro (cerca del Puerto de Veracruz) y Alvarado, y ve a un hombre a la orilla del camino -a la sombra de un frondoso árbol de mangos- meciéndose en su hamaca y con una caguama a medias en el suelo. Transita usted a las 6 de la mañana por la carretera de Arandas a Tepatitlán, y ve circulando camiones cargados de todo: granos, fertilizantes, piedras, bueno hasta mierda de gallina, que revuelta con la melaza es lo que se llama gallinaza para alimentar al ganado.


La gente (la mayoría, no toda) en esta parte del país donde estoy es muy trabajadora, religiosa, desconfiada… mientras que en el sureste es todo lo contrario, mucha gente (no toda) es floja, más bien descreída, allá no se llenan los templos, acá no cabe los días festivos; allá son pachangueros y amistosos; llega alguien nuevo a instalarse en una casa y enseguida se presenta un vecino para preguntar en qué puede ayudar; acá, me pasé seis meses viviendo en un hotel, porque nadie me quería rentar una casa.


En el mar la vida es más sabrosa, dice una canción popular, y sí. Llegué en una ocasión a la casa de mi patrona, en Xalapa, y me encontré con que una de sus hermanas que estaba ahí de visita, se encontraba sentada en el desayunador tomándose un tequila. Eran como las 12:30 del día, así que le pregunté: Oiga, ¿qué no es muy temprano para estar chupando?, a lo que me contestó con ese aire jarocho que tiene especialmente la gente de Tlacotalpan: “No mijo, las 12 es la hora en que el perico mama”.


Conozco el sureste, especialmente los estados de Oaxaca, Tabasco, Chiapas y Veracruz, y los que hay más acá como Tlaxcala y Puebla; y de este lado pues desde Querétaro hasta Tijuana, Baja California, y como siempre que viaja uno en autobús hay que pasar por la Ciudad de México, puedo afirmar que de México para allá parece ser un país, y de México para acá otro. Al pasar por el Bajío se ven los sistemas de riego funcionando y los campos todos sembrados de lo que sea, maíz, sorgo, avena, hortalizas; y si viaja uno en avión, se ven desde arriba los campos de Sinaloa y Sonora igual, los sembradíos y cultivos son un placer para la vista, son de riego porque acá no hay casi agua superficial; del otro lado, por la región de Los Tuxtlas, la humedad es tal que le sacan hasta tres cosechas al año a la tierra, entre Santiago Tuxtla y Catemaco, pasando por San Andrés, los pastizales tienen tal altura, que sabe uno que hay ganado pastando sólo porque sobresalen los cuernos de las reses.


Allá la tierra es rica, generosa; acá la tierra es árida, pobre, y por lo mismo allá hay mucha gente floja, acá mucha gente trabajadora. De la Ciudad de México para allá -repito- parece un país, de la Ciudad de México para acá, otro diferente. Y ciertamente hay mucha pobreza en Oaxaca y en Chiapas, porque no todos tienen tierras, el que no tiene dónde sembrar y quiere progresar lo hace emigrando, se vienen de jornaleros a Sonora, Sinaloa, Nayarit y Jalisco.


Es comprensible, entonces, que aporten más a la Federación los estados del Norte y Noroeste, desde Nuevo León, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, etc. que los del Sur y Sureste, allá con excepción de los que producen petróleo, como Veracruz, Tabasco y Campeche, es muy poco lo que aporta esa parte de México para mantener al centro, que lo único que aporta son políticos, nefastos algunos como los que están actualmente en el gobierno, y productos industriales de las fábricas asentadas en el Valle de México.


Y sin embargo, el gobierno del presidente López Obrador le rebajó el presupuesto a Jalisco para el año actual 2020, y se lo va a rebajar aún más para el 2021, porque el gobierno de Jalisco no es emanado de Morena, y porque su gobernador Enrique Alfaro no se deja humillar por el Presidente. Esto terminó hartando a varios gobernadores, que optaron por separarse, primero de la CONAGO, para formar después una alianza que han dado en llamar federalista, que integra a 10 estados del Noroeste alcanzando hasta Tamaulipas, que tiene una parte de su territorio en el Norte y el resto en el Oriente de la República.


Y ya pusieron manos a la obra, están exigiendo en bloque un mejor trato fiscal por parte de la Federación, y la restauración de los fideicomisos, amagando con que de no obtener respuesta por parte del Presidente, romperán el Pacto Fiscal, cobrarán sus propios impuestos (incluyendo el IVA y el ISR) y a volar la Federación, que se las arregle como pueda.


A López Obrador parece no preocuparle ni mucho ni poco el amago, se burla de ellos y no quiere ni hablar con los gobernadores. Creo que es un error grave, pues de darse la ruptura del pacto fiscal, sería éste el primer paso para separarse oficialmente de la Federación y construir otro país, con lo que serían simplemente vecinos los dos Méxicos que yo veo desde hace 45 años, uno rico, trabajador, productivo… y el otro húmedo, hospitalario, pachanguero, rumbero y jarocho, trovador deveras, pero con más pobreza que el norte y el noroeste, así ha sido siempre y así quiere López que siga siendo por los siglos de los siglos.


Ojalá no suceda, nadie quiere que suceda, nadie quiere a México partido en dos, excepto al parecer Andrés Manuel López Obrador, que por lo que se ve quiere a México aislado y empobrecido, destruido, pero… en el sur y sureste la gente se deja, en el norte y noroeste no, acá fue la tierra de Madero, de Villa y de Carranza, de Calles y de Obregón, acá fue la Revolución Cristera, acá la gente además de ser como es, no se deja tan fácilmente, no la tiene fácil el Presidente. Mejor que dialoguen y lleguen a un acuerdo por el bien de todos. Parece increíble que esté sucediendo esto, pero se veía venir, lo dije hace ya muchos meses, que esto podría pasar.

Publicar un comentario

0 Comentarios